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Se despertó con un profundo sentimiento de añoranza. Las primeras percepciones del mundo son las importantes <<pensó>>. Tenía una resaca soportable; provenía del hastío, del vacío de su vida y la ambigüedad del amor, de las ilusiones gastadas. Amanecía: la luz y el calor empezaban a inundar el cuarto. Se despabiló y pensó en apartar de su cuerpo la pierna de Amaia: no estaba. Saltó de las sábanas que lo estaban sofocando. En un ritual mecánico, fue hacia la ventana, volteó hacia la sala; había vasos de plástico por todos lados, se acercó buscando uno medianamente bebible. Regresó al cuarto, se puso una camiseta, se sentó unos instantes en la orilla de la cama y buscó con la mirada nuevamente el cuerpo de Amaia que apenas ayer había estado tan próximo

Una creciente sensación de ansiedad lo obligó a levantarse. Se quedó parado unos segundos, luego comenzó a caminar, al principio lento y casi de inmediato de forma angustiante de uno al otro lado del cuarto, en espirales caóticas. Finalmente salió. Recorrió por última vez su estudio, los pasillos; luego la abandonó, la fue dejando atrás. Iba sin rumbo y con la cabeza llena de preguntas, regresó.

Tuve el anhelo de volver
y en ese instante de aproximación
se me fueron el día, la realidad y la vida.